El sueño de poder hablar directamente con un ordenador es más antiguo incluso que la creación del primer ordenador personal (IBM PC, 1981). La primera vez que un ordenador pudo ejecutar una orden dada por un ser humano directamente de su propia voz fue en 1961. Este asistente primigenio podía reconocer hasta dieciséis palabras distintas y los número del 0 al 9. Pero aún faltaría mucho para que se desarrollaran los asistentes de voz tal y como los entendemos ahora.
Google tiene a Google Assistant, Microsoft a Cortana, Apple a Siri pero muchas otras compañías ya han apostado por su propia tecnología, como Amazon con Alexa o Samsung con Bixby. Todas tienen algo en común: el usuario es capaz de dar órdenes a cualquier dispositivo que tenga este software mediante el uso exclusivo de la voz. Y parece que nos entienden.
Un asistente de voz no es simplemente un programa que pueda reconocer órdenes habladas, sino que tiene que ser capaz de ejecutar acciones concretas, entender el contexto de la frase y adaptar sus acciones al contexto del usuario. Un software de reconocimiento de voz que simplemente transcriba el sonido a texto (como el que podemos encontrar desde hace años en los teléfonos Android, por ejemplo) no es un asistente de voz, sino un medio de escritura en la pantalla que elimina la necesidad de usar los dedos, pero no nos proporciona ningún tipo de ayuda extra. El asistente, ya sea Alexa, Siri o Cortana, está integrado con todo el dispositivo y es capaz de monitorizar el estado de las aplicaciones, de ejecutar acciones por sí mismo (abrir o cerrar un programa, apagar una luz, activar el sonido de un altavoz…).
La clave de los asistentes de voz modernos es que no está limitado a una serie de respuestas preprogramadas de antemano como los populares ‘chat bots’, sino que está integrado en el propio sistema operativo y además, cuenta con la mayor ventaja de todas, está permanentemente conectado a Internet.
¿Cómo afectan los asistentes de voz a la intención de compra del consumidor?
Los usuarios siempre van a necesitar comprar. Lo que cambia de una década a otra es la manera de hacerlo, y por eso las empresas se han ido adaptando a este nuevo paradigma. El reconocimiento de voz cambia, por ejemplo, la manera en que los usuarios buscan información sobre un producto. En lugar de usar palabras o expresiones cortas como ‘camiseta’ y ‘roja’, al hacer una búsqueda por voz es probable que usemos frases mejor construidas del tipo: ‘quiero una camiseta de color rojo’. En este ejemplo, el motor de búsqueda deber interpretar una frase más larga y compleja que en el fondo está pidiendo lo mismo que las dos primeras palabras, pero al introducir más información, requiere un esfuerzo mayor de adaptación para encontrar el mejor resultado. Es más complejo pero, por otro lado, podría traer resultados más afinados que con el método anterior.
En este caso concreto esa pequeña variación en la búsqueda de este producto supone un cambio en el SEO del anunciante, ya que tiene que empezar a contar con que el usuario se expresa de manera diferente cuando habla que cuando escribe y sus contenidos, por lo tanto, deben adaptarse también.
Los asistentes de voz captan y almacenan información de la misma manera que lo hacen los buscadores normales. Esto significa que pueden aprender de nuestros hábitos para mejorar los resultados y ofrecer soluciones personalizadas para cada usuario. En un momento dado, quien usa un asistente espera que este sepa qué necesita antes de pedirlo, es decir, que se crean expectativas sobre la capacidad que tienen estos asistentes de voz para recomendarnos cosas que no conocemos pero que podemos querer. Las oportunidades que se generan con esta nueva tecnología para los anunciantes son enormes. Dado que todos los asistentes implementan algoritmos de aprendizaje, las respuestas que nos ofrecerá un asistente en concreto serán sutilmente diferentes a las que da ese mismo asistente a otros usuarios, ya que se basará en nuestro historial, en nuestra manera de preguntar, en nuestros gustos e incluso en la gente que conocemos y el lugar en el que nos encontramos en ese momento.
¿Qué dispositivos incorporarán asistentes de voz?
Cualquier dispositivo que hoy en día funcione con electricidad, tenga o no batería, podría incorporar un asistente de voz. Quizá no veamos la utilidad de tener uno en una tostadora o en el exprimidor de zumo (aún) pero sin duda esa tecnología llegará y nos hará la vida más fácil. La llegada de la voz a los navegadores de los coches supuso una mejora en cuanto a la funcionalidad y la seguridad.
La aplicación de esta tecnología no siempre es tan obvia como en el caso del navegador pero sin duda acabará llegando a muchísimos dispositivos. Un horno que nos indique en qué punto está la comida y que modifique parámetros sin necesidad de tocar los controles. Un frigorífico al que le puedas decir qué quieres comprar y que la comida llegue por mensajería a casa a las pocas horas. Un asistente en casa al que podamos pedir información sobre la temperatura de las habitaciones, qué luces están encendidas o pedirle que abra la puerta del garaje. Encender los altavoces, poner una película en la televisión, encontrar las llaves, conectar el aire acondicionado, aparcar el coche… Cuando la tecnología existe, es solo cuestión de tiempo que llegue a nuestro día a día.
La tendencia es tener el máximo número de dispositivos conectados a Internet, y eso, necesariamente, cambiará los hábitos de consumo de la gente, la manera de buscar información, de comprar y por supuesto, la manera de los anunciantes para llegar a estos consumidores.
